Arquitectura para la Infancia

Tradicionalmente presentada como arquitecta paisajista, Lady Allen de Hurtwood (1897-1976) destacó en este campo tan relacionado con la estética y la percepción. Sin embargo será protagonista de un modo de hacer arquitectura aparentemente alejado de ese mundo visual y romántico del paisaje. Se relacionó con la acción, con el reciclaje y con el residuo. Particularmente identificó la infancia y los espacios de juego como objetivo de estudio. Sus estudios rápido pasan a la práctica a través de sus parques sucios, auténticos “laboratorios urbanos”, zonas donde consigue experimentar con topografías, con el juego libre y con la autoconstrucción todo ello aliñado con una buena dosis de riesgo. Dota a los niños de materiales, muchos de ellos informales, piezas recicladas de restos de obras o demoliciones, sus imágenes de época descargando su vehículo particular y sacando bidones llenos de pinturas, brochas y herramientas para los niños dan muestra de su energía y su convencimiento. Los parques infantiles que ejecutaba/proyectaba eran auténticas aventuras, aventuras donde los participantes eran actores principales que participaban del juego pero también de la ejecución, donde se excavan zanjas, se utilizan herramientas o se prende fuego…


En un intento de triple salto mortal y para hacer aún más difícil la historia sus primeros prototipos estaban destinados para niños de especiales dificultades de movilidad, mutilados o personas con reales dificultades de movimiento. Precisamente los olvidados, aquellos que estaban completamente alejados del parque infantil y cualquier atracción eran los protagonistas de parques increíbles con rampas imposibles por donde niños se lanzaban en carros de madera construidos por ellos mismos. Aún lejos de los modelos de inclusión que actualmente se intentan defender desde la pedagogía en los espacios lúdicos y educativos, Lady Allen ofrecía estos espacios en el Londres que le tocó vivir.


Su publicación Adventure Playgrounds fruto de su experiencia replicando más de 500 “laboratorios” de juego es a día de hoy una guía llena de modernidad y completamente válida desde un punto de vista pedagógico, el riesgo sigue siendo un factor fundamental en el desarrollo de la infancia y su gestión un delicado tema de discusión.


Lo que nos ofrece Lady Allen en su obra no es un proyecto, ni un catálogo de elementos de juego, es más bien una guía de buenas prácticas, un planteamiento para afrontar el espacio de juego de manera universal, una arquitectura que permita ser educativa, divertida y liberadora.