Flota del Ulla

Promotor
Concello de Vedra

Investigación etnográfica
Asociación Raiceiros

Colaboradores
Borja Díaz Carro
Luis Miguel Fernández López

Construcción
Fernando Ibarra Carbón

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Memoria & Fotografías
La recuperación de las barcas del Ulla, responde a un proyecto etnográfico desarrollado por la Asociación Raiceiros, encaminado a la recuperación de unas embarcaciones tradicionales ya desaparecidas de uso habitual en el río Ulla.
Estas embarcaciones tenían como uso fundamental cruzar el río de orilla a orilla con personas y también con mercancías. Eran simétricas en popa y proa respondiendo a su uso de ida y vuelta.

Se construyeron dos modelos uno en tamaño 4×2 m y otro de 2.5 x 1,5 m (dos unidades) siguiendo las indicaciones de los carpinteros más veteranos y alguna imagen de época (procedente del archivo Mougán). Sobre la historia de las barcas, estrechamente unida a la de los puentes sobre el río Ulla nos habla Henrique Neira en su obra Vedra. Da Prehistoria ós inicios do século XX.




Extracto de HENRIQUE NEIRA en su libro «Vedra. Da Prehistoria ós inicios do século XX’, (páginas 202 a 205)
Parece ser que durante el año 1708 una nueva crecida destruyó los puentes de Ulla y de Sarandón sobre el río Ulla, lo que obligó a poner en su lugar, para poder cruzar el río, varias barcas, que se
colocaron en 1709 “a instancias del Cabildo” de la Catedral compostelana.
(…)

Como decíamos, los puentes fueron sustituidos por barcas, y la gestión de estas se alquilaba por períodos de cuatro a seis años. El estudio de Juan Eloy Gelabert sobre el precio de los alquileres permite ver el estado de la economía gallega durante buena parte del siglo XVIII, de 1740 a 1787, pues por Ulla y por Sarandón pasaban mercancías de lugares como Orense con destino a Santiago, a Coruña, a Ferrol o a Graña. En los períodos de bonanza económica se nota un mayor movimiento y por lo tanto cando sale la puja por la gestión de las barcas aumentan las cantidades ofrecidas.
En el trabajo de Gelabert ya citado, se indican las tarifas para pasar el río durante ese extenso período: “dos maravedís por persona, cuatro por cada caballería descargada, seis cargada, dieciséis por cada carro de bueyes descargado y el doble cargado; las tarifas se doblan en invierno -desde finales de septiembre- y se explica que non han de remar mujeres.

Por otra parte, los habitantes de los lugares cercanos que poseían propiedades a uno u otro lado del río estaban exentos de pagar las tarifas en sus desplazamientos”.
(…)